miércoles, 24 de noviembre de 2010

lunes, 20 de septiembre de 2010


Semana de la movilidad, nada nuevo sobre el asfalto

sábado, 28 de agosto de 2010

Amanece. La esfera solar se alza por encima de la meseta seca y parcialmente habitada. La ciudad es un paréntesis de prisa y actividad en un mundo que va a otro ritmo. El asfalto cubre el suelo para que los recursos humanos lleguen a tiempo a sus puestos de trabajo, trincheras en las que su obediencia es el arma con el que defender la paz social. El hormiguero ha ido construyéndose y abotargándose sobre si mismo, capa tras capa de basura y podredumbre han conformado una constelación de historias enterradas por el tiempo. Por el tiempo y por la mano de hombre. La mano del hombre, que lejos de la racionalidad que se atribuye a este, actúa obligada por otras manos que sujetan al hombre por el cuello en una maraña de manos y cuellos que algunos llaman sociedad.

Los ecosistemas humanos se expanden en horizontal, ocupando cada vez más suelo. La red que conecta a las personas con la oferta, la demanda, la democracia, el crimen y la alienación tiene que articularse con grandes canales por los que la mercancía fluya ligera. La propia circulación de las mercancías(todas las mercancías, desde los recursos humanos hasta las tuercas del 10) es un mercado que debe obedecer a la generación de riqueza especulativa, de dinero. En este mercado, crucial para el desarrollo de los demás hay varias partes distinguidas. Las mercancías materiales, bienes materiales de consumo que van de la factoría al supermercado compiten por la eficiencia entre las rígidas reglas del ferrocarril, las difícilmente rentables aventuras en barco o avión o el riesgo primitivo de la carretera y el camión. Las mercancías culturales van desde los laboratorios de control social(bien sean platós o estadios) a las televisiones por las arterias electromagnéticas de la civilización. Las mercancías humanas tanto para producir como para consumir deben moverse por los laberintos que los mercados han construido sobre el planeta. La oferta de transporte motorizado, reglado y asegurado es la más demanda en este mercado, aún no siendo la más eficiente en toda situación. El transporte de humanos en vehículos de motor implica una pérdida de la habitabilidad en las ciudades al tener que dedicar la mayoría del espacio común a la circulación de maquinaria pesada de una forma letal para los organismos vivos, inconveniente justificado por la ingente generación de capital privado que producen todos los mercados relacionados, desde el de petróleo al de neumáticos. Capital privado que alimenta un sistema económico de mercado basado en la especulación que permite que una minoría de la población mundial no sufra de desnutrición.

La ruptura es necesaria. La ruptura con este sistema en que los mercados se imponen a las necesidades debe ser en todos los frentes posibles. La principal manera de subvertir el orden financiero es con la creación de redes de producción y consumo ajenas a las reglas de mercado y estatales que vayan creando otra sociedad a su alrededor. En el mercado del transporte de recursos humanos las ciudades no ofrecen muchas alternativas por lo enconado de la situación, en la que el urbanismo del último siglo se ha amoldado a la disponibilidad de automóviles creando ciudades muy horizontales y abiertamente hostiles con opciones más pacíficas de movilidad.

La ruptura entonces se torna complicada. No podía ser de otra manera, los mercados no solo funcionan imponiendo sus criterios sino anulando los demás. Así que la ruptura tal vez por lo pronto no signifique guerra, pero desde luego si conflicto.


El conflicto

Hay una herida abierta que queremos mantener abierta hasta que suponga la muerte del mal bicho al que queremos eliminar. Haremos lo posible por aumentar esa herida, infectarla y que suponga un dolor más para el sistema. El conflicto es tomar conciencia de lo que supone el uso masivo del coche. El conflicto es ser conscientes de lo que significa el uso de la bicicleta en las ciudades infectadas por un tráfico denso crónico. El conflicto es entender el papel de las normas de circulación en el mercado del coche. El conflicto es entender el por qué del incumplimiento de las normas de circulación. El conflicto es la práctica diaria de la ruptura con la civilización del asfalto.



El uso masivo del coche

El coche es un producto útil y necesario. Pero el coche es un instrumento demasiado grande, potente y tóxico para ser utilizado en espacios con mucha población como son las ciudades. Su uso masivo supone elevadas mortalidades causadas directamente e indirectamente por el coche, supone adecuar el espacio de las ciudades a los coches en vez de a las personas y supone una agresión al ambiente natural de las ciudades por las emisiones de gas y ruido de la combustión.

La dependencia del coche de combustibles monopolizados y seguramente escasos y de una industria viciada por la corrupción de las ayudas públicas y el despotismo laboral hacen que aun queriendo un sistema de mercado el mercado del automóvil sea enfermizo de por sí.

Los coches eléctricos, verdes, de colorines o voladores aún sin ser una realidad se les puede prever la mayoría de las defectos achacados a los coches actuales, pues su uso masivo seguirá significando una agresión al espacio común en las ciudades y por tanto a la sociabilidad en ellas.



El uso de la bicicleta

No hablamos de una herramienta perfecta para el transporte, pues sus limitaciones son elevadas y manejarla tampoco es posible para toda la población, aunque sí para más gente que el coche. A corto plazo y en la inmensa mayoría de las ciudades, la bicicleta y sus derivados suponen un medio de transporte que no agrede al uso común de espacios, cuyo uso no es letal para el cuerpo humano y cuya presencia, aún siendo masiva, no altera tan brutalmente como lo hace el coche el ecosistema urbano. Tenemos la herramienta con la que romper con la dinámica tóxica impuesta por los mercados en las ciudades. Pero el uso de la bicicleta no debe reducirse a sustituir el medio, sino también la forma. Evitar que nuestra ruptura con el mercado sea rentabilizada por el mismo es importante si no queremos reforzar al mismo. Para ello el uso de la bicicleta debe ir acompañado de un uso social de la misma, compartiendo conocimientos de mantenimiento y aspirando a controlar absolutamente todos los aspectos de nuestras bicis, desde la fabricación hasta el reciclaje.



Las normas de circulación


Todos los estados tienden a regular cada vez más el uso del coche para evitar una sangría que aún así no deja de producirse. Las normas de circulación en su totalidad son motivadas por la peligrosidad del coche y su uso masivo. Sin estas normas el mercado seria socialmente insostenible, pues el uso del coche sin regular desatarían un malestar entre la población que el estado sabe que por su bien no debe tolerar. Se puede decir entonces que las normas de circulación existen para asegurar la existencia del mercado del coche pues sin ellas sería un mercado insostenible tal y como existe hoy.

Planteemos el supuesto de la desaparición de estas normas. Tras una explosión de malestar por los muchos accidentes la demanda de coches bajaría drásticamente pues usar el coche(y salir a la calle) se estaría convirtiendo en cosa de suicidas. Las propias compañías productoras tendrían que verse obligadas a adaptar los coches que ofrecen a una situación en la que los accidentes deban ser mínimos y los que haya no sean mortales si quieren seguir vendiendo o simplemente existiendo.

Al final, acabarían produciendo bicicletas. A lo sumo, bicicletas a motor.



El incumplimiento de las normas de circulación


La ruptura con el mercado del coche implica por un lado romper también con los resortes que lo sujetan en el día a día y por otro dar ejemplo de como se circularía en un escenario menos hostil. Es por ello que andar por la ciudad en bici de forma respetuosa con otros ciclistas y peatones en cruces es la base sobre la que se construye otra forma de transporte. Es por ello también que saltarse las regulaciones necesarias para el uso del coche son una muestra de superioridad por parte de una forma de transporte mas adecuada. Saltarse un semáforo en bici con la precaución con la que se hace en cualquier cruce debe dar a entender que los semáforos no son necesarios cuando no vas en una tonelada de metal. La marginación de la bicicleta en trozos verdes de la acera, la regulación de la iluminación de la bicicletas o la necesidad del casco son fenómenos producidos exclusivamente por la violencia que el uso masivo coche ejerce sobre la bici y no por el peligro que la bicicleta entraña en sí misma. Si no queremos el coche, no queremos ninguna de sus consecuencias.


Seamos claros, no nos da la gana ponernos casco porque vosotros seáis un peligro.


Somos coches sobre la acera y peatones sobre la calzada.


En bici hacia otro mundo.


Valladolid, Agosto 2010


lunes, 8 de febrero de 2010

Material de apoyo al ciclista urbano

Encuentro por internet la iniciativa de una escuela donde aprender a circular en bici con seguridad. A grandes rasgos es una clase de circulación, dos horas de paseo en bici de consejos y recomendaciones sobre circulación, por donde ir, que no hacer, consejos en caso de accidente...

http://biciescuelagranada.blogspot.com/


Y por supuesto muy interesantes los documentos que elaboran, tanto de crítica al carril bici como de circulación urbana.

Manual urbano de seguridad ciclista


Charla: "En bici sin carril bici. Consecuencias del carril bici urbano"
(video de la charla y dossier)

lunes, 25 de enero de 2010

lunes, 30 de noviembre de 2009

martes, 3 de noviembre de 2009